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sábado, 4 de mayo de 2013

Yo -no- soy Nat.


No soy, ni lo que el mundo espera, ni lo que mi cuerpo pide. Soy un poco torpe, quizás soñadora en exceso; un poco coqueta con la vida y desordenada con el alma. Ya hace mucho dejó de importarme sí les parece linda, adecuada o sensata mi forma de ver el planeta.

Nunca seré buena en temas del corazón, sobre todo con los falsos amores que hoy se creen súper héroes; amo escribir en mi pecho con un tinte poco común, siempre con las palabras incorrectas, las razones, ellas siempre están perdidas, y esa es mi mejor cordura. 

Casi siempre sonrío, y sé que en mi mirada muchos han logrado encontrase. Sé bien que mi alegría es contagiosa, por eso a veces me obligo a tenerla, no se sabe quién pueda necesitar de ella, y a la larga... es algo valioso que puedo ofrecerle al planeta.

Soy una guerrera sin armas, yo poseo actitudes que derrotan cualquier enemigo. De mi pasado me río constantemente, siempre es divertido notar cuántos errores me han hecho mejor.

Tengo tantos defectos como sonrisas, eso de alguna forma compensa y equilibra el corazón. Del 100% de las personas que conozco sólo confío en el 0.2%, y tranquilos, después de todo, en mí tampoco es que confíen mucho, afortunadamente, eso me libera de responsabilidades y obligaciones que no me importan, de esas, que a la mayoría tampoco pero a las cuales le regalan falsas incondicionalidades. 

Mi paz es Jesús, mi intranquilidad las palabras. 

Me encanta la música, ella siempre será perfecta para hacer el amor. 

A la gente le creo el 0.01% de lo que dice, a menos que sea parte de mi 0.2%. 

Los hombres, me encantan, sobre todo cuando están en silencio.

Soy antipática y grosera con el ego, amo estar en zapatos deportivos y la verdad es que yo no me maquillo el alma, la dejo que salga al planeta tal cual: medio gordita, sensualmente alta, con su mirada con "no sé qué" que le gusta a las personas, con sus verdades sin miedo.

Me obligo a hacer ciertas cosas y a dar ciertos sacrificios porque creo en el éxito de la disciplina. 

Admito mi gran vacío a cerca de Dios, lo necesito más que nunca, y a mi no me da pena decir que mi fe aun es débil, que debo hacerle limpieza al alma y que aun tengo mucha basura en el corazón. 

Soy una imperfecta que sonríe, sobre todo cuando suena un buen beat al ritmo del dance, o la electrónica.

Estoy un "poco" obsesionada con Rihanna, y me importa un carajo al que no le parezca. Y no, no soy lesbiana, querido ex. 

Soy el mejor ejemplo de lo que jamás será sexy y sensual. Y bueno, así y todo, soy bonita, una bonita diferente, no quepo, no encajo, no entro (ni siquiera me acerco) en el standar de belleza que el mundo tiene, para unos es terrible, para mi y para Dios es hermoso. 

La verdad es que soy malísima conquistando, y bueno mejor, soy una soltera con propósito: el cual por ahora es serle fiel a mi alma y enamorar a la vida.

Dicen que bailo bien, sobre todo con las palabras. 

Coreo canciones que ni siquiera me gustan, eso pasa como con la vida: uno a veces termina haciendo cosas que no entiende, como escribir este tipo de publicaciones que al final a nadie le importan, a veces, ni a mi. 

Muy pocas personas han sabido acompañarme el alma, y yo, nunca acompaño a nadie realmente, no tengo tiempo para eso, yo sólo doy consejos que a veces no aplico, y digo "cuentas conmigo" y lo hago de aposta pa que lo busquen a él y no a mi, después de todo nuestra mejor compañía siempre va a ser Dios. 

Me contradigo todo el tiempo, hoy puedo escribir esto y mañana ¿quién sabe? pero confío siempre en que los cambios serán para bien, supongo algún día leeré esto y diré "que equivocada estaba".

De pronto mañana descubro que el cuento de mi amigo George que dice que soy una niña fea es cierto, o de pronto le creo a una amiga que dice que soy una terrible persona, o de pronto le doy la razón a un hombresito por ahí que dice que soy un coqueta en exceso ¿quién sabe? hoy tengo 20 y en unos días tendré 21, cuántas cosas pueden cambiar para Diciembre, cuántas más para cuando tenga 30.

Cuando escribo siento como si estuviese a la entrada de un paraíso, confieso que aun me siento perdida en este don que Dios me dio, que no tengo idea del porqué me lo dio, ni su propósito al hacerlo. Aun no encuentro mi estilo y por eso pico a veces la poesía, tomo de vez en cuando las confesiones, o me voy como Riso por algunas falsas y ciertas reflexiones -a veces rayando a lo fantasioso y a lo estúpido-, me gusta la crónica pero quizás mañana me encuentre en el reportaje, mi sueño es escribir un libro, pero quizás no encuentre un buen tema; la historia entre las letras y yo aun es un misterio.

Tengo ego de escritora, y odio la mala ortografía aunque siga teniendo mis horrores. A mi me encantan los hombres que escriben bien, los quiero de mejores amigos, de novios no porque me enredan con tanta frase y palabra en armonía, son un peligro, y además ya me casé con Mario Benedetti y con Pablo Neruda, no creo tener espacio para alguien más.

No sé por qué escribo cosas que a nadie le importan, ni siquiera sé porque traiciono tanto la intimidad de mi cuaderno en donde escribo y termino amando tanto este Blog, de verdad siento que estoy frente al público equivocado, sin embargo aquí sigo, firme en la batalla: en la que mi mayor enemigo soy yo.