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domingo, 19 de octubre de 2014

Do, mi, n, go.

Los domingos son perfectos para pedir perdón, por los errores que se acomodan sin ser llamados, por mis aburridas letras que a veces no tienen testimonio de nada.

Perdón:

Por abrazar lo poco, por ignorar los intentos,

por hacer trazos indeseados en la gente, por dibujar a mano alzada los placeres,

por inundar las calles de crítica, por ser indigna de representar lo divino.

Perdón porque a veces no termino lo que empiezo y me dejo robar los tiempos.

Yo camino incómoda, me duele un nombre y me duele más que hagan que el planeta duela más diciendo que es "en su nombre". Perdón por eso, por hablar de más de quien a muchos no les importa.

Perdón por mis imprudencias, por mi insistente 1 de cor 13.

Perdón, porque al final los que somos, los de este mismo equipo, no hemos sabido caminar derecho, porque nos gustan los atajos aunque aleguemos haber caminado más de lo debido.

Perdón porque muchas veces en nuestro intento de ser verdad, terminamos siendo la mayor mentira. Perdón por no ver las trampas, por reaccionar ligero.

Perdón por la vanidad que nos atropella, por la vista nublada llena de paja, por la camisa que lucimos orgullosamente sin darnos cuenta que está sucia.

Sabemos aceptar las luchas, pero nos quejamos en medio de ellas y a veces pedimos a cantaros olvidando que "al que mucho se le da, mucho se le exige."

Yo soy buena entendiendo, pero no entendiéndome. Soy buena escuchando pero no escuchándome. Exagero pero exijo que conmigo no exageren y etiqueto aunque pido que a mi no me etiqueten.

Calculo los errores del resto, creyéndome adivina, y cuando "la suerte" me confirma, pienso en "el poder de la mente".

Existo, me esfumo, inconsciente y oportuna, como el aire, aveces invisible.

Aunque claro, cuando caigo, soy el punto negro en la pintura: la evidente. A veces valiente, creyente.

No soy tan fuerte. Lloro a oscuras porque detesto ver las lágrimas y río bajo el sol, porque esa es mi forma de decir te amo frente a Dios.

Intensa, sufro por: soy pasión. La cruz, mi única verdad, la mayor acción.

Verdad, aunque a veces cueste la restauración, lección, la de cada día al poder respirar, besar, cantar y haber aprendido a pedir perdón: por mi, por los míos, por los de otros, por los que no me importan y por los que no me aportan.

Sin miedo, aunque acepto que a veces me escondo con la excusa de prevenir el camino, con ese cuento viejo que dice que hay que tener cuidado con lo que depara "el destino".

"Tan Sencillo" como hacer rimar los sentidos, como cuando uno filtra el deseo, queriendo conservar la intención, el propósito, el instinto.

Distinto, como cuando sonríes sin motivo, igual al susurro de un latido, sin pausa, sin ojos en el cuello, sin desconfiar de uno mismo.

Domingos, como me gustan los domingos; eternos sin temor de lunes, sin los inentendibles y desubicados sueños de martes, sin la pereza de un miércoles, sin el apuro de los jueves, sin el demonio interno de los viernes, sin el cliché de los sábados; fácil, pero no como cualquiera, simplemente sencillo, sin mucho pero sin poco, con la dignidad en pijama y el amor que recuerda risas. Con la seguridad de finalizar y empezar al tiempo, con el tiempo que se disfruta sin afán. De picnic, muchas veces en el pasto de la sala, en compañía de uno mismo, con el sol de las letras y el silencio sospechoso de las mariposas en el estomago.

Feliz. Pido perdón por ser feliz un domingo cualquiera, con tantos defectos sin ganas de dormir y estos ojos encendidos. Pido perdón por amar de forma invisible, ilegible. Por Fe.