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viernes, 7 de abril de 2017

Llamado de emergencia

Se me quebró el mundo en mil pedazos cuando me puse a leer la sentencia en Colombia que enmarca la infidelidad como violencia psicológica. ¡Y a mi que nadie me cree cuando les digo, que hay golpes, que sin ser físicos matan de a pocos! Sin hablar del perdón, del seguir, tan sólo hablando en simplezas, de lo que en esencia significa que te fallen.

Me explico, claro que al perdonar ese tipo de cosas se puede incrementar la herida, pero...siendo honestos, la herida antes de cualquier consecuencia o reacción, está ahí, ya se hizo, sea cual sea el paso adelante ¡Tienes una marca!

Muchos creen que soy débil porque brindo segundas oportunidades o que soy demasiado ingenua por seguir creyendo y también me juzgarán si acaso corto tajamente con 'hasta nunca, si te vi ni me acuerdo' -Porque así es la gente-, pero es que ni siquiera se trata de eso ¿O acaso vamos a enfocarnos en inculpar a quienes simplemente hemos tenido un poco de fe en el otro? se trata de cómo vemos con normalidad y casi como algo trivial -ajá pues "el pan de cada día"- las agresiones emocionales y psicológicas, de cómo mis queridas mujeres hemos disfrazado de ideales a quienes han sido muchísimas veces nuestros verdugos.

Empezaré diciendo que no siento vergüenza de señalar públicamente que me han sido infiel ¿o acaso soy la única persona en el mundo que ha tenido que enfrentar la traición? Si acaso, seré de las pocas, que con mucho tacto intentará ayudar a otras, porque ¿Para qué otra cosa nos suceden las tristezas si no es para aprender de ellas y replicar el aprendizaje?

Vengo a preguntar entonces ¿Cuántas veces hemos sido víctimas de violencia psicológica por parte de nuestras ex, actuales parejas? ¿Somos conscientes de ello? ¿Caemos en la trampa de "es culpa de la maldita zorra que se le insinuó" y enfocar todo el odio en la tercer involucrada? Seamos honestas: varias veces, no somos conscientes y sí caemos en la trampa.

Sin ponerme el traje de juez, que no me queda y tampoco me gusta, vamos a reconocer que 1. hemos fallado en el bochornoso intento de justificar que las infidelidades suceden porque otras mujeres llevan a cabo el simple acto de respirar cerca a nuestras parejas y 2. Creemos que son tan buenos en "x" y "y" que ¡Por Dios, todas quieren con él, incluso yo y por eso lo perdono! Mujeres, hagamos el ejercicio de empezar a dejar caer cada cosa por su propio peso y no excedernos en las cargas, que en últimas no le pertenecen a terceros y claro, tampoco son para que nosotras solas las carguemos.

Dicho esto, vamos a identificar las (posibles) consecuencias emocionales -pueden pasar un par o todas en el peor de los casos- de una infidelidad/traición en nuestras vidas y el porqué puede ser uno de estos eventos catalogado como violencia spicológica:

  • Inseguridad
  • Celos excesivos
  • Llegar al llanto con facilidad
  • Susceptibilidad 
  • Drama en la mañana, drama en la tarde, drama en la noche
  • Insomnio
  • Depresión
  • Inestabilidad laboral 
  • Impulsividad con tendencias a la agresividad
  • Ideas suicidas -ay no Nataly, que exageración, pero los invito a que lean las cifras de suicidio y para mayor relación con el tema, ahí les dejo un link interesante que argumenta que en Colombia "las razones del suicidio con más prevalencia fueron los celos, la desconfianza y la infidelidad” http://bit.ly/2o7mQaC


Y no, no vamos a decir que entonces "ya todo el mundo se quiere suicidar por cualquier estupidez y que verguenza con los que sí tienen problemas reales" porque es que la depresión, por poner un sólo ejemplo, es una enfermedad -No lo digo yo, lo dice la OMS http://bit.ly/1QYGEGz- y claro que entra en debate la crianza y otros eventos traumáticos que podrían simplemente catapultarse con situaciones ""normales" como la infidelidad de la pareja" pero por si acaso, si les interesa, hay miles de casos en donde el sólo acto de traición conlleva a un desgaste emocional tan fuerte que sin tener antecedentes de traumas en la infancia etc, son el detonante suficiente para situar al sujeto en contextos suicidas. Tampoco vamos a hablar de los infieles, porque no es este el caso.

Son tantas las consecuencias que siento un poco de frustración y verguenza al reconocer que como muchas NO somos -y Dios nos libre- el tipo de mujer que alguna vez tuvo que cubrirse un morado en la cara o que terminó con ácido en la cara, nos sentimos bendecidas y afortunadas ¡Gracias a Dios nuestras ex parejas no nos cogieron a puñaladas, son unos seres de luz, nos han apuñalado emocionalmente pero lo importante es que no tenemos cicatriz queloide visible! ¿En serio?

En este punto debo decir que hay eventos tan dolorosos en nuestras vidas que, queriendo o no, terminamos convirtiéndonos en un monstruo insoportable que o daña a otros o se daña a sí mismo. Pero ¿Cuál es la salida? ¿Lo dejamos? ¿Lo señalo? ¿Pago terapia psicológica? ¿Terapia de pareja? La respuesta es: busque ayuda, la necesita, la necesitamos, en cualquier caso eso salva vidas, malos días, malos meses, previene malas decisiones. No se quede sola, no lo está ¿quiere perdonar? Hágalo -no hablo de seguir con, sólo seguir, usted, perdonando y sanando- No soy quién, ni conozco sus quienes para definir si vale o no la pena continuar al lado de ese alguien tras un momento tan devastador -Lo es para muchos, así queramos volverlo algo superficial- pero lo cierto es que hay que dejar que sane la herida, no sofocarla reprimiéndose el dolor, no llorando y llorando sin ningún avance por las noches.

Algunos sabrán sobrellevarlo más fácil, otros se entusarán por un tiempo y lo superarán ¡Y que bueno, está muy bien! pero si no es su caso, no se calle ese dolor, no se trata de ser débil o fuerte, se trata de saber curar cuando sea necesario, llore en compañía, busque quién la escuche realmente, quien tenga la suficiente objetividad para darle un buen consejo ¿No hay nadie cerca? En Colombia existe la Línea Púrpura: 3007551846 - 018000112137 con mujeres listas para apoyarla y que no nos de pena, es mucho más vergonzoso andar por ahí luchando con algo que no podemos enfrentar y ni hablar de lo terrible que puede resultar dejarnos vencer. Es valiente saber aceptar cuando necesitamos una mano para levantarnos. Es bueno acudir a las llamadas de emergencia.

¿Qué importa si para algunos este es un tema ridículo? ¿Qué importa si alguien cree que no cuenta el dolor de una mujer? ¿Qué importa? ¿Acaso importa más que nuestra vida, que nuestra felicidad, que nuestra salud?