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viernes, 31 de mayo de 2024

La astrología de mi amor por la música

Piscis representa la conexión, el idealismo, la magia, recoge la energía de los 11 signos que le anteceden, tiene un poquito de cada uno y está asociado naturalmente a la casa 12 y de los tres signos de agua es el que está asociado -entre otras cosas- a lo artístico, y sí, eso incluye la música. Te dejo un explicativo básico para que en general me entiendas mejor a lo largo de este texto:
Dependiendo en qué casa de tu carta natal tengas el signo piscis experimentarás esta energía de forma particular -tooodos tenemos energía piscis- . En mi caso, la tengo en la casa 8. La casa de lo oculto, de lo que a veces no nos atrevemos a mirar cara a cara, es el sótano que esconde todo lo que no mostramos normalmente, y al mismo tiempo es la casa de la transformación. 

Para mi Piscis es el signo y la energía que me transforma a través de la música, y es curioso, porque gracias a eso, la música también me sana, es mi casa (y claro que tiene que ser así, pues Cáncer -el signo que rige el hogar y también del elemento agua- es a su vez mi casa 12), es mi obsesión -significado de casa 8-. Mi primer recuerdo con la música sucede quizá hace 20 o 21 años, veía PLayTv en el canal 13 y sonaba La Playa de la Oreja de Van Gogh, su letra empieza así:
"No sé si aún me recuerdas, nos conocimos al tiempo, tú, el mar y el cielo (...) abrazaste mis abrazos, vigilando aquel momento, aunque fuera el primero y lo guardara para mí (...) te voy a escribir la canción más bonita del mundo, voy a capturar nuestra historia en tan solo un segundo"
No sé qué me hizo clic de esa canción, solo recuerdo sentirme profundamente conectada, había algo hermoso en eso de ser niño, ser adulto y envejecer mientras se ama profundamente, eso me cautivó. 

Recuerdo siempre sentirme muy sola y paradójicamente percibía a la música como lo único que me acompañaba -Piscis también es la soledad, el aislamiento-. Pasé por muchos géneros en esa época: salsa, cumbia, pop punk, rock, rap, pop, balada, vallenato, reggaetón, tropipop, etc. Pero hubo uno de esos géneros que se quedó conmigo para siempre: el rap. 

Llegué a Nach, un rapero español, luego de explorar varios artistas, pasé por PORTA -jajaja momentos que me mantienen humilde-, May, ZPU, SFDK, Kase O, La Etnia, etc. Pero depronto tuve 18 años y me encontré viendo el amanecer en el cuarto de un amigo en Tercer Milenio mientras sonaba Anochece / Manifiesto del álbum Un Día En Suburbia. 

Esos amaneceres de silencio donde veía como el sol entraba por la ventana luego de una noche joven muy larga me cambiaron para siempre. Era verdaderamente:
"Un rap que resucita cuando el resto me deprime, Un te quiero, Un hasta luego, Y un ¿por qué?"
Me enamoré de la energía Sagitario, porque tengo a marte y la luna en la casa 9 -la casa que naturalmente está asociada a este signo-, pero además mi casa 5 es Sagitario -la casa de la creatividad y los hobbies- y me enamoré de esa energía porque es sabia, libre y expansiva, es la fe, está llena de un optimismo difícil de explicar, pero como si fuera poco: es mi energía complementaria -soy géminis-. 

Un amigo mío, músico y sagitario, me dio sin saberlo un par de noches mágicas donde el plan era simple: escuchar música hasta que la luna se escondiera y el sol decidiera empezar un nuevo día. Literalmente me enseñó a escuchar cada detalle de muchas canciones. 

La música entonces se convirtió en mi religión. Me dio la fe que ninguna institución pudo, e incluso, me acercó a Dios más de lo que cualquier prédica pudo alguna vez. Con la música he llorado hasta quedarme dormida, he reconstruído mi corazón pedazo por pedazo, he sentido el cielo en la tierra y la música como dice Nach, para mi es Mejor Que El Silencio. 

Me recuerdo a las 4:30 a.m. en el paradero de Casablanca desenredando mis audífonos para poner Inevitable de Shakira, Apologize de One Republic, Ain't Me de Kygo y Drive -especialmente Drive- de Black Coffee, con la noche aún presente, me recordaba que era otro día más con el corazón roto pero que había música y que de algún modo, eso me hacía increíble. 

Todas mis personas favoritas han llegado por la música, con Mandy en un café cerca a la U descubrimos que ambas amábamos a Avicii y a Kygo -desde entonces mejor amiga-, con Katy pasamos horas en el balcón de Acacías escuchando Tu Olvido de Iván Villazón -desde entonces mejor amiga-, con Lau vemos todos los eventos de premios musicales y nos citamos sagradamente a escuchar lanzamientos de albumes completos -desde entonces mejor amiga- y así con todas ellas -de verdad si las cuento todas, no acabo este post- pero cada una de mis amistades sabe que hay una canción, una artista, un concierto, un verso que nos hizo inseparables. Y de hecho, recuerdo enamorarme de David cuando empezó a recitar palabra por palabra toda la discrografía de Nach y supe que era el amor de mi vida cuando nos acostamos a mirar el techo mientras escuchábamos música en una casa en Flandes. Simplesito y musical. 

Piscis es lo artístico, y lo es porque en esto encuentra una forma de desahogarse, de plasmar lo que experimenta, pero además, lo rodea con una belleza inexplicable pues está lleno de diferentes perspectivas, de mucha creatividad e imaginación. Quizá, por eso y en mi caso, es que la música ha logrado cambiarme. Porque Piscis nació para permitirnos flotar en un mar de posibilidades y las mías suenan a Dulce Otoño de ZPU o a Better de Khalid. Para mi es el idioma de los Dioses:



¿Y cómo suena la energía Piscis para ti?

miércoles, 26 de octubre de 2022

Lo estoy intentando 4.0

La última vez que conté algo aquí era 2019, básicamente antes de que el mundo se fuera un poco a la mierda. Quisiera regresar a ese año, ya dije en otro espacio que ese año fue adictivamente caótico, lo viví con una libertad simple que me hacía sentir que yo lo podía todo y estaba rota también, pero se sentía un estar roto más tranquilo. 

Hoy en cambio es distinto, tengo un par deudas, una especialización apunto de acabar, un trabajo que me exige regalar un par de horas extra a la semana, tengo un hogar, un montón de facturas por pagar al mes, constantemente me enfermo, mejor dicho, ahora sí que soy adulta. 

Nada me pesa más que crecer, nada me asfixia más que las responsabilidades. Muero un poco cada día cuando siento que no doy la talla. Estoy atrapada en este cuerpo de 30 años y con frecuencia me siento contra la pared: "tienes que, debes hacer eso, no olvides eso otro, ¿por qué no lo hiciste?, ¿quién te crees?".

Qué mierda partirse el culo trabajando y estudiando para al final del día ser reducida a los quehaceres del hogar, de 9 a 5 intento ser brillante en el trabajo, de 6 a 10 una estudiante aplicada y el resto del tiempo solo soy una inútil, ¿espera, cuál "resto del tiempo"? ¡No tengo tiempo! ¿Acaso tengo derecho a dormir?

No importa qué haga, no importa si hace unos días me acosté con dolor de espalda -porque a lo bien la edad ya se siente jajajaja- no importa nada, no estoy a nivel, como ama de casa tengo 0/10. Casi casi, quien escucha la historia sin vivirla dirá que prácticamente soy una arrimada y me tienen que cucharear todo el tiempo. 

Me mantiene con vida ese viaje que no he hecho, ese concierto al que fui y ese al que pronto iré, básicamente estoy aquí, luego de semanas de sentirme como una basura, porque tengo amigas. Amigas que me sostienen, amigas que me leen una y otra vez la misma historia sin juzgarme, que me dicen "hoy no te rindas". 

Pero la depresión es mi pan de cada día, -el que además me engorda, me vuelve mi enemiga ante el espejo- recaigo con la facilidad con la que llueve en esta ciudad, me sustraigo de la realidad en pequeñas dosis. En un minuto estoy creando lindos CTAs para mi marca y al otro estoy derritiéndome de dolor en una silla. Una dualidad constante entre sentirse viva y muerta al tiempo. 

Y el amor... del amor no hablemos. Para eso ya están las historias antiguas de este blog. 

Hablemos de querer morirnos, anoche viendo y escuchando a JuanDa reía y lloraba con la misma intensidad, me sentía con suerte. He estado mal, pero no lo suficientemente mal para terminar pagando 1 millón de pesos en un siquiátrico y gracias a Dios, porque igual no me alcanza. Pensaba... ¿eso es bueno? ¿Debo sentirme más agradecida con mis ganas de morirme por no ser lo suficientemente fuertes? ¿De verdad todos sentimos que la vida es una constante "no quiero vivir hoy"? 

Lo estoy intentando de Nach, suena justo a mi vida ahora, ojalá lo logre. Ojalá hoy ni mañana me mate, porque creo que mis amigas nos necesitamos y juntas podemos salvarnos. Ojalá hoy tenga otros 20 minutos para contemplar la vida con más calma, sin la presión de no querer decepcionar a nadie. 

Ojalá.