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miércoles, 26 de octubre de 2022

Lo estoy intentando 4.0

La última vez que conté algo aquí era 2019, básicamente antes de que el mundo se fuera un poco a la mierda. Quisiera regresar a ese año, ya dije en otro espacio que ese año fue adictivamente caótico, lo viví con una libertad simple que me hacía sentir que yo lo podía todo y estaba rota también, pero se sentía un estar roto más tranquilo. 

Hoy en cambio es distinto, tengo un par deudas, una especialización apunto de acabar, un trabajo que me exige regalar un par de horas extra a la semana, tengo un hogar, un montón de facturas por pagar al mes, constantemente me enfermo, mejor dicho, ahora sí que soy adulta. 

Nada me pesa más que crecer, nada me asfixia más que las responsabilidades. Muero un poco cada día cuando siento que no doy la talla. Estoy atrapada en este cuerpo de 30 años y con frecuencia me siento contra la pared: "tienes que, debes hacer eso, no olvides eso otro, ¿por qué no lo hiciste?, ¿quién te crees?".

Qué mierda partirse el culo trabajando y estudiando para al final del día ser reducida a los quehaceres del hogar, de 9 a 5 intento ser brillante en el trabajo, de 6 a 10 una estudiante aplicada y el resto del tiempo solo soy una inútil, ¿espera, cuál "resto del tiempo"? ¡No tengo tiempo! ¿Acaso tengo derecho a dormir?

No importa qué haga, no importa si hace unos días me acosté con dolor de espalda -porque a lo bien la edad ya se siente jajajaja- no importa nada, no estoy a nivel, como ama de casa tengo 0/10. Casi casi, quien escucha la historia sin vivirla dirá que prácticamente soy una arrimada y me tienen que cucharear todo el tiempo. 

Me mantiene con vida ese viaje que no he hecho, ese concierto al que fui y ese al que pronto iré, básicamente estoy aquí, luego de semanas de sentirme como una basura, porque tengo amigas. Amigas que me sostienen, amigas que me leen una y otra vez la misma historia sin juzgarme, que me dicen "hoy no te rindas". 

Pero la depresión es mi pan de cada día, -el que además me engorda, me vuelve mi enemiga ante el espejo- recaigo con la facilidad con la que llueve en esta ciudad, me sustraigo de la realidad en pequeñas dosis. En un minuto estoy creando lindos CTAs para mi marca y al otro estoy derritiéndome de dolor en una silla. Una dualidad constante entre sentirse viva y muerta al tiempo. 

Y el amor... del amor no hablemos. Para eso ya están las historias antiguas de este blog. 

Hablemos de querer morirnos, anoche viendo y escuchando a JuanDa reía y lloraba con la misma intensidad, me sentía con suerte. He estado mal, pero no lo suficientemente mal para terminar pagando 1 millón de pesos en un siquiátrico y gracias a Dios, porque igual no me alcanza. Pensaba... ¿eso es bueno? ¿Debo sentirme más agradecida con mis ganas de morirme por no ser lo suficientemente fuertes? ¿De verdad todos sentimos que la vida es una constante "no quiero vivir hoy"? 

Lo estoy intentando de Nach, suena justo a mi vida ahora, ojalá lo logre. Ojalá hoy ni mañana me mate, porque creo que mis amigas nos necesitamos y juntas podemos salvarnos. Ojalá hoy tenga otros 20 minutos para contemplar la vida con más calma, sin la presión de no querer decepcionar a nadie. 

Ojalá.