Páginas

lunes, 16 de marzo de 2015

Superfluo

Siempre tanto y tanto, para nadie, para el viento. Para quien te regale un minuto de silencio absoluto.

La sonrisa, para quien te de un encanto, para alguien que no exista.

Derrumbarse frente a lo desconocido y una vez más, caer en silencios de sonrisas.

Mírame.

Te miro.

Da uno, dos, tres pasos, en ese camino de nada, con nadie, regalame una vez más mi nombre entre tus dedos, una pronunciación divina entre tu boca, dos vocales, cuatro consonantes con tu voz.

No me despiertes de este sueño inconcluso, llévame.

No te hagas realidad.

No te hagas rutina, no me quieras porque si, porque estoy allí. Mírame...

Quita mi decepción constante con el mundo, responde mi llamado de noche, cuando la desesperación me amarra, cuando las lagrimas se hacen las fuertes, hazme olvidar del momento, de cuando miro la luna y ya no veo nada.

Canta conmigo, hasta que ambos quedemos despiertos frente al otro, que la música nos encuentre, que la mirada se cristalice. Una, dos, tres veces más, hasta concluir el momento, hasta que la magia se agote, hasta que ambos descubramos que esto es sólo un escape.