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jueves, 27 de febrero de 2014

Cuando yo no esté.

Voy a irme de ti, seguramente tu cerebro no me extrañará, pero tu cuerpo preguntará por las noches dónde están los ojos que te miraban mientras dormías.

Voy a caminar lejos de ti, pero tu derecha preguntará dónde está ese empujón torpe con sonrisa de amor.

Dejaré de escribirte pero los poemas en tu mesa de recuerdos te reclamarán por la cobardía, por el desinterés que me apagó.

Incluso tu inamovible corazón latirá diferente, porque aunque tú no, él siempre reconoció la magia de mis besos, la entrega de mis abrazos.

Todo en ti preguntará por mi ternura, por esta magia que ahuyentaste.

Y entonces seguirás siendo el de siempre, pero sin mí, algunas noches posiblemente extrañes mis ojos pero te dirás a ti mismo que no los necesitas, porque tu inmensa soledad empezará a alardear de ser poderosa y feliz, pero tu conciencia intentará levantarse limpia cada mañana, sin el recordatorio de mi amor.

Ese amor que aunque no se haya roto, tan sólo porque las palabras y la magia han restaurado cada día, se ha tenido que ir siempre porque no se siente bienvenido, porque aunque hizo las paces con silencio, no ha podido vencer a esta supuesta época equivocada.

No lograrás ver lo que has perdido, tan sólo porque no tienes un auto retrato de ti mismo, y por eso aunque lo niegues en tu cuerpo se notará mi ausencia, sólo lo sabrás cuando te mires al espejo y ya no esté a tu lado venciendo demonios y haciéndole camino a los ángeles.

Para entonces quizás te siga queriendo como te quiero, pero las letras ya habrán dicho que es el fin.

Y seguirás conquistando caderas, harás reír muchos ojos y posiblemente amarás como siempre lo soñé para mí, pero tu lengua no sabrá de poesía, porque apuesto que me recordarás al ver que la naturaleza rima, que hasta el desierto guarda su magia.

Y entonces tu vejez frente a la Biblioteca traerá de vuelta mi sonrisa, escucharás tu soledad en la cocina y a ausencia planchando la ropa, valentía te llamará a cenar y lo elegido por los años estará en tu mesa esperándote para conversar, entonces mientras bajes las escaleras, sosteniendo los años, te preguntarás en silencio si aquello que aguarda por ti tendrá el sabor de nuestra intensa mirada o el calor de nuestros cuerpos, pensarás qué decirle a tu compañía para saber excusar mi vacío, pero durante el postre la vida te preguntará si el dulce de tus ojos aun sigue vivo, si París está completo.

Al finalizar la comida, tiempo recogerá los platos así como los recuerdos, te irás a paso lento hasta la música y buscarás qué compartir con tu dureza, quizás las notas te transporten a ese cuarto, en el que solamente eramos tres grandes motivos: algo que escuchar, alguien a quién amar y el sentimiento de que todo era perfecto.

Luego te pondrás tu pijama, seguirás el orden de la vida, saludarás el desapego que invitaste a dormir en tus noches para siempre, apagarás las luces y preguntarás a la oscuridad si logran encontrarme, le pedirás a Dios verme en sueños y al cerrar tus ojos imaginarás el cuerpo joven que te amaba, abrazarás las sábanas y le dirás buenas noches a tu ingenio.

Para la mañana siguiente te levantarás temprano, como siempre, saludarás el sol con la complicidad de tu mirada, estarás completo a ratos, quizás tu ventana deje ver lo que siempre soñaste pero no tendrás el relato de las horas, ni la voz de mi poesía, dirás "no es nada" y entonces vivirás como cuando tenías 24, alegre y sin dramas, conmigo y sin mí.